Empecé el otro día este blog después de mucho pensármelo y comprometiendome personalmente a escribir en él todo los días. Este compromiso está resultando un pelin complicado, incluso está rayando lo imposible. El caso es que la semana que viene es la fiesta del cole. Los últimos años había decaído bastante por motivos varios. Así que este año se creó una «comisión de festejos» en la que tengo la dicha de participar junto con otra afortunada compañera. Me tienen loca: unos quieren actuar, otros ensayar, aquellos que como se enchufa esto, los de segundo de bachillerato pasan de todo y el follón que estamos organizando es digno de un guión de Almodovar. Vamos, lo típico.
Lo más «interesante» es el complejo que me está entrando de «experta en enchufar cosas»… si, nada de informática, o experta en TIC. No, señores, creo que más de la mitad del tiempo estoy buscando una llave (¿Cuántas llaves hacen falta para poner en marcha un teatro…? en mi centro, un montón y lo más divertido, no todas las tiene la misma persona.) o enchufando algo: las luces, la mesa de sonido, el ordenador al proyector, el micrófono, los altavoces, los focos, la play, el televisor, el DVD…

Y entre enchufe y enchufe las peticiones de chicos y compañeros que se creen que eres «el conseguidor»: en los tres últimos días he comprado una partitura por Internet de la Oreja, he buscado una lista increíble de canciones para el karaoke, he mandado a la imprenta del cole carteles, hojas de inscripción, fichas variopintas, y para hacer todo esto y que los chicos participaran he involucrado a todos los cursos de primero de bachillerato y empapelado los pasillos de la sección.
El caso es que me he acordado de un artículo que leí en el blog de Anibal y que reseñó Paco. Y es que este artículo me llegó al alma: si, me hizo sentirme menos sola, o menos bicho raro, y este es el principal motivo por el que me aficioné a leer los blogs de otros profes. Por cierto, hoy en plena depresión del enchufe lo he buscado para volverlo a leer y me ha hecho escribir esto.
Esto, a veces, es «mu cansao» , pero dicen por ahí que «sarna con gusto, no pica».

Y mañana será otro día…